Recuerdo como con pocos años imaginaba que llegaría un día en que cumpliría 18 y mi vida daría un cambio radical. Ya sería adulto, podría opinar en mi casa sobre qué hacer en las vacaciones, llegar más tarde a casa si salía un sábado, sacarme el carnet de conducir, votar, besar a una chica, tener independencia… En aquella época soñaba con que con los años sería “jefe” de una empresa, ganaría mucho dinero, estaría casado con una rubia escultural, tendría 2 hijas, seria admirado por mi familia y amigos, tendría un súper-coche y un mega-chalet con una híper-piscina.
En esos días bastaba con levantar la cabeza hacia el cielo, cerrar los ojos un instante y dejarte llevar. Todo lo que pensaras podría cumplirse. Si pensaba en un coche podía hasta incluso escoger la marca, un porche 911 negro biturbo con los asientos tapizados en piel beige; podía imaginar la sala de billar en una de las dependencias de mi casa; seguía cerrando los ojos y veía a mi esposa que en aquella época aún no había evolucionado a “pareja” o compañera, y que resultaba ser una copia exacta de Olivia Newton-John.
Llegaron los anhelados 18, la tarta de cumpleaños, las velas, los regalos (por cierto no recuerdo cuales fueron), la celebración con la familia. Termino ese día y llego el siguiente. Ahora tenía 18 años y un día. Recuerdo que pensé que algo había cambiado. No sabía el que ya que aún me quedaba un año para terminar los estudios, seguía teniendo la misma paga de antes que daba para muy poco y las chicas seguían tan lejos de mí como el porche 911 biturbo con asientos de piel beige. ¿Qué había cambiado? En ese momento no me daba cuenta pero nada cambio. Además en ese año no hubo elecciones y ni siquiera pude votar. Vaya mierda de 18 años. Tanta propaganda que te metían en el subconsciente con la mayoría de edad y todo seguía igual. Bueno una cosa si fue distinta; desde ese momento era yo quien firmaba las notas, no tenía que enseñárselas a mis padres y escuchar las charlas por los malos resultados pero encima ese año me dio por estudiar y sacar buenas puntuaciones por lo que no había ninguna razón para esconderlas.
Fue en este instante donde comprendí que debía intentar soñar con temas más cercanos y realistas y debido a esta profunda reflexión cambie el porche 911 biturbo con asientos de piel beige por el porche 911 con asientos y a Olivia Newton-John por Kim Basinger, mucho más accesible en la pantalla con diferencia en ese momento.
La siguiente fecha de cambios en mi vida fueron los 20 años. Aquello si era un número, 20. Aquí realmente las cosas si cambiaron y los sueños se cumplieron. O bueno casi del todo. O quizás debería decir más o menos. Acabé los estudios con notable en junio con 19 años para en agosto partir a la mili. ¡Ahggg! Lo olvidaba. Este fue otro sueño que no se cumplió o sí se cumplió pero a medias. Esperaba que en el sorteo que se realizaba todos los años antes de ir a filas me pudiese librar de la mili. Pues no solo no me libré sino que me toco el cuerpo más duro en una de las regiones más calurosas de España y en pleno verano. ¡Viva la Infantería de Marina! Y menos mal que en aquella época yo era apolítico que si me llega a tocar ahora que soy de izquierdas… Pero incluso aquí la esencia de mi sueño vio la luz y no me “chupé” 15 meses de servicio a la patria. En honor a la verdad debo añadir que me licencie antes de 2 meses, por motivos de salud (ligeramente exagerados o mejor dicho exageradamente exagerados) y en octubre ya estaba de vuelta a casa perfectamente.
A los 15 días ya estaba trabajando en una gran empresa y al cabo de un año y medio ya con los 20 bien cumplidos me puede comprar mi porche 911 con asientos. Realmente no fue ese el modelo exacto, al final me decante fue un Ford Orión 1.6I con asientos de tela grises que hacían más juego con mis ojos y con mi cartera, pero que en aquella época y con la gasolina por los suelos me convertían en el rey del mambo y eso que yo era heavy.
También el sueño de la chica se cumplió… O más o menos. Sí, estuve saliendo con una melena tono 113 de Garnier, de nombre sedoso beige. Que curiosa es la vida, el beige de alguna u otra manera iba en el coche. Las cejas eran negras pero el pelo, el de la cabeza me refiero era rubio, rubio. Lo del mega-chalet con híper-piscina aún estaba lejos incluso hoy en día, veinte y muchos años después sigue estando bastante complicado, la verdad.
Aún así todo, los sueños se iban cumpliendo más o menos pero lo más importante era que aún tenía tiempo de seguir soñando. Me decía… Cuando llegue a los 25 haré esto, cuando cumpla los 30 esto otro, ya con 35 tendré aquello, hasta que llegué a los 40. Llegados a este punto se inicia un colapso gravitacional del espacio tiempo en un universo cuántico donde los segundos pueden convertirse en años y viceversa y donde todas las teorías conocidas hasta la fecha sobre la física, química y mecánica de la vida quedan engullidas en una especie de agujero de gusano que te permite pasar de tener toda la vida por delante a estar planificando tu jubilación en un picosegundo, sin mencionar que es a partir de ese instante cuando de manera automática comprendes la teoría del caos así como el momento en que empiezas a estudiar y a recitar casi de carrerilla las distintas teorías de la psicología de la vida y nombres como Maslow, Herzberg, McClelland y la teoría de las expectativas de la vida de Porter y Lawler ocupan un trozo de papel en el lateral de la estantería del despacho.
Es a partir de este punto donde los sueños se pliegan en un mundo paralelo que si bien parece ir acompañando al mundo real, uno de otro distan años luz y según pasan los días en la tierra esta distancia que los separa se va ampliando de forma exponencial y las decenas de años luz pasan a contarse por miles, millones y más tarde en parsecs.
Después llegas a los 45 y ya no solo existe un abismo entre el mundo real y el mundo soñado sino que además sientes dolor. Dolor porque ahora has visto ese tubo de gusano que comunica ambos mundos y si piensas en ese Porche 911 biturbo con los asientos de piel beige, el cual con el tiempo ha evolucionado y se ha convertido en un Aston Martin One-77 pasando por un Audi TT RS automáticamente te catapultas al mundo real a través de dicho tubo de gusano descomponiéndose todas y cada una de las moléculas que forman el sueño para luego recomponerse y ver que se convierten en cualquier otra cosa que para en nada se parece a lo soñado, como por ejemplo un alfa 156 del 2003 con 300000Km… y eso dando gracias a Dios.
Y eso duele... Sobre todo lo de dar gracias porque soy ateo practicante.
Y como en la película de la mosca donde lo que por un lado entra como un ser humano y una mosca revoloteando alrededor, una vez se divide y se mezcla la materia lo que queda es un monstruo.
Y así una y otra vez. Es por eso que ahora los sueños tiene un precio, y duelen, porque ya cada vez tienes menos tiempo de hacer que se cumplan. Pero como bien decía alguien, no se quién, imagino que un torero, o tal vez lo pensara el astado en cuestión, "hasta el rabo todo es toro" y aún queda mucho para los 50.
Dito agujero de gusano.
En esos días bastaba con levantar la cabeza hacia el cielo, cerrar los ojos un instante y dejarte llevar. Todo lo que pensaras podría cumplirse. Si pensaba en un coche podía hasta incluso escoger la marca, un porche 911 negro biturbo con los asientos tapizados en piel beige; podía imaginar la sala de billar en una de las dependencias de mi casa; seguía cerrando los ojos y veía a mi esposa que en aquella época aún no había evolucionado a “pareja” o compañera, y que resultaba ser una copia exacta de Olivia Newton-John.
Llegaron los anhelados 18, la tarta de cumpleaños, las velas, los regalos (por cierto no recuerdo cuales fueron), la celebración con la familia. Termino ese día y llego el siguiente. Ahora tenía 18 años y un día. Recuerdo que pensé que algo había cambiado. No sabía el que ya que aún me quedaba un año para terminar los estudios, seguía teniendo la misma paga de antes que daba para muy poco y las chicas seguían tan lejos de mí como el porche 911 biturbo con asientos de piel beige. ¿Qué había cambiado? En ese momento no me daba cuenta pero nada cambio. Además en ese año no hubo elecciones y ni siquiera pude votar. Vaya mierda de 18 años. Tanta propaganda que te metían en el subconsciente con la mayoría de edad y todo seguía igual. Bueno una cosa si fue distinta; desde ese momento era yo quien firmaba las notas, no tenía que enseñárselas a mis padres y escuchar las charlas por los malos resultados pero encima ese año me dio por estudiar y sacar buenas puntuaciones por lo que no había ninguna razón para esconderlas.
Fue en este instante donde comprendí que debía intentar soñar con temas más cercanos y realistas y debido a esta profunda reflexión cambie el porche 911 biturbo con asientos de piel beige por el porche 911 con asientos y a Olivia Newton-John por Kim Basinger, mucho más accesible en la pantalla con diferencia en ese momento.
La siguiente fecha de cambios en mi vida fueron los 20 años. Aquello si era un número, 20. Aquí realmente las cosas si cambiaron y los sueños se cumplieron. O bueno casi del todo. O quizás debería decir más o menos. Acabé los estudios con notable en junio con 19 años para en agosto partir a la mili. ¡Ahggg! Lo olvidaba. Este fue otro sueño que no se cumplió o sí se cumplió pero a medias. Esperaba que en el sorteo que se realizaba todos los años antes de ir a filas me pudiese librar de la mili. Pues no solo no me libré sino que me toco el cuerpo más duro en una de las regiones más calurosas de España y en pleno verano. ¡Viva la Infantería de Marina! Y menos mal que en aquella época yo era apolítico que si me llega a tocar ahora que soy de izquierdas… Pero incluso aquí la esencia de mi sueño vio la luz y no me “chupé” 15 meses de servicio a la patria. En honor a la verdad debo añadir que me licencie antes de 2 meses, por motivos de salud (ligeramente exagerados o mejor dicho exageradamente exagerados) y en octubre ya estaba de vuelta a casa perfectamente.
A los 15 días ya estaba trabajando en una gran empresa y al cabo de un año y medio ya con los 20 bien cumplidos me puede comprar mi porche 911 con asientos. Realmente no fue ese el modelo exacto, al final me decante fue un Ford Orión 1.6I con asientos de tela grises que hacían más juego con mis ojos y con mi cartera, pero que en aquella época y con la gasolina por los suelos me convertían en el rey del mambo y eso que yo era heavy.
También el sueño de la chica se cumplió… O más o menos. Sí, estuve saliendo con una melena tono 113 de Garnier, de nombre sedoso beige. Que curiosa es la vida, el beige de alguna u otra manera iba en el coche. Las cejas eran negras pero el pelo, el de la cabeza me refiero era rubio, rubio. Lo del mega-chalet con híper-piscina aún estaba lejos incluso hoy en día, veinte y muchos años después sigue estando bastante complicado, la verdad.
Aún así todo, los sueños se iban cumpliendo más o menos pero lo más importante era que aún tenía tiempo de seguir soñando. Me decía… Cuando llegue a los 25 haré esto, cuando cumpla los 30 esto otro, ya con 35 tendré aquello, hasta que llegué a los 40. Llegados a este punto se inicia un colapso gravitacional del espacio tiempo en un universo cuántico donde los segundos pueden convertirse en años y viceversa y donde todas las teorías conocidas hasta la fecha sobre la física, química y mecánica de la vida quedan engullidas en una especie de agujero de gusano que te permite pasar de tener toda la vida por delante a estar planificando tu jubilación en un picosegundo, sin mencionar que es a partir de ese instante cuando de manera automática comprendes la teoría del caos así como el momento en que empiezas a estudiar y a recitar casi de carrerilla las distintas teorías de la psicología de la vida y nombres como Maslow, Herzberg, McClelland y la teoría de las expectativas de la vida de Porter y Lawler ocupan un trozo de papel en el lateral de la estantería del despacho.
Es a partir de este punto donde los sueños se pliegan en un mundo paralelo que si bien parece ir acompañando al mundo real, uno de otro distan años luz y según pasan los días en la tierra esta distancia que los separa se va ampliando de forma exponencial y las decenas de años luz pasan a contarse por miles, millones y más tarde en parsecs.
Después llegas a los 45 y ya no solo existe un abismo entre el mundo real y el mundo soñado sino que además sientes dolor. Dolor porque ahora has visto ese tubo de gusano que comunica ambos mundos y si piensas en ese Porche 911 biturbo con los asientos de piel beige, el cual con el tiempo ha evolucionado y se ha convertido en un Aston Martin One-77 pasando por un Audi TT RS automáticamente te catapultas al mundo real a través de dicho tubo de gusano descomponiéndose todas y cada una de las moléculas que forman el sueño para luego recomponerse y ver que se convierten en cualquier otra cosa que para en nada se parece a lo soñado, como por ejemplo un alfa 156 del 2003 con 300000Km… y eso dando gracias a Dios.
Y eso duele... Sobre todo lo de dar gracias porque soy ateo practicante.
Y como en la película de la mosca donde lo que por un lado entra como un ser humano y una mosca revoloteando alrededor, una vez se divide y se mezcla la materia lo que queda es un monstruo.
Y así una y otra vez. Es por eso que ahora los sueños tiene un precio, y duelen, porque ya cada vez tienes menos tiempo de hacer que se cumplan. Pero como bien decía alguien, no se quién, imagino que un torero, o tal vez lo pensara el astado en cuestión, "hasta el rabo todo es toro" y aún queda mucho para los 50.
Dito agujero de gusano.